POCO A POCO
Poco a poco el viejo mundo des-
aparece: bosques, lobos y leones
ceden el paso a parques, perros y gatos.
Búfalos indómitos a bueyes castrados.
Elefantes y barritos a dumbos infantiles
– cuando no a señores elegantes – .
Selvas con todas sus plantas y maravillas
a plantaciones y plantas industriales.
Y los paraísos que fueron aquellos mares
a los yermos desiertos que son estos océanos.
Pero no importa. Tenemos planes.
Tenemos nuevas Arcas de Noé. Parques
zoológicos dotados con jaulas y terrarios
con certificado ISO 9001 y sellos de calidades.
Parques en los que las parejas aburridas
matan el tiempo copulando delante de veterinarios.
Por la ciencia y por la caja registradora
de los fines de semana. Por los empleos.
Encapsulamos a los océanos en los oceanarios
y vendimos entradas para ver a los peces.
Les dimos nombres de locos. Como Nemo.
Todo sea por la educación de los pequeños…
pero ¿ quién renunciará el primero a su plato
de pescaíto, de gambas o de langosta ?
Tenemos planes. Sí, planes para las costas.
De calas de piedra y gordas arenas
haremos puertos deportivos de granito.
Donde antes hubo pulpos y caracoles
habrán yates, castas y tarifas.
De playas vírgenes de finas arenas,
calas privadas para duros hormigones.
Donde antes olas, silencios y horizontes
hoy, cotos y hoteles en Algarrobicos.
Tenemos más planes.
Elevaremos
termiteras
humanas
sobre planicies
y costas doradas.
De las termiteras emergerán ejércitos de bañistas
y aplastarán a las huestes
de Neptuno. El viejo Neptuno.
Arpones de verano y de buceo arrasarán sus filas.
Las bajas serán terribles.
Posaremos alegres con sus cadáveres.
La muerte misma será un divertido recuerdo.
Contaremos sus muertos
por huecas caracolas
apilándolas como cabezas asirias antaño.
Será una victoria sin precedentes en los anales.
Pero antes araremos las arenas de las playas
en busca de colillas, condones y pañales.
Las olas escupen todos los residuos.
Especialmente los residuos humanos.
Moraremos en cavernas iluminadas
en primera línea de playa.
Cavernas dúplex, alto estanding y con vistas
al sublime desierto acuático. Lejos de los osos,
nuestros viejos y entrañables enemigos.
Aún aullamos como los lobos
al contemplar el viejo metal dorado.
Hoy el hueso de pene de oso
vale dinerales en Orientes.
Y el kilo de cuerno de rinoceronte.
Y la tonelada de diente de marfil.
Los contables y los crédulos fálicos
son los mejores aliados de nuestros planes.
Porque nuestra glotonería es legendaria.
Ni los lobos nos igualan.
Porque somos ya una raza de obesos
y miopes, sentados delante de televisores.
Engordamos al toque del balompié, nuevo opio
del pueblo. Nuestra ceguera es obstinada.
Es una ceguera que se dispara un arpón en el pie.
Y sonríe para la foto.
Es una ceguera catódica y mitológica.
Y engorda para la tumba.
Con más planes y más calígulas
no brindaremos por más victorias.
Muy al contrario.